Por Carlos Santiso

En esta miniserie, Carlos Santiso, Director de Innovación Digital en la Dirección de Gobierno de la Corporación Andina de Fomento (CAF), habla sobre la tecnología y la transición digital de los gobiernos. Este segundo blog se centra en ciudades. Argumenta la necesidad de contar con una política de datos para fomentar la economía de datos local, promover la inclusión digital y ganar la confianza de las personas en la forma en que se manejan los datos. El primer blog profundiza en la transformación digital y las start-ups de govtech como aliados en este desafío.      

Las tecnologías están cambiando la vida de las personas en las ciudades y la forma en que los centros urbanos evolucionan para satisfacer sus necesidades. La pandemia aceleró esta transformación de manera disruptiva.

Es imposible no considerar a las ciudades como parte integral de la ecuación para resolver los desafíos relacionados con la lucha contra las exclusiones sociales, la mejora de los servicios públicos y la reducción de la inseguridad, entre otros. En este contexto de rupturas y disrupciones, la capacidad de los gobiernos locales para gestionar los problemas urbanos será central para la recuperación y la pandemia ha permitido comprender con mayor claridad los diversos elementos que faltan para gobernar las ciudades de forma eficaz.

Un tema clave que ha surgido con fuerza en la agenda pública ha sido cómo se manejan los datos y para que propósito; pero también su calidad e integridad, así como las garantías de privacidad y seguridad. Es decir, la confianza que tienen los ciudadanos en la manera en que los gobiernos locales manejan sus datos para mejorar vidas.

Un gobierno local moderno no se sostiene sin una buena gobernanza de los datos, una infraestructura de datos segura, y talento digital para sacarle valor. La política de datos debe por lo tanto funcionar como un elemento articulador de las estrategias de transformación, definiendo el alcance, la dirección, las responsabilidades y los procedimientos para el camino hacia territorios más responsivos y resilientes.

Para impulsar iniciativas estratégicas, las “unidades de cumplimiento” o “delivery units” han ganado relevancia como instrumentos de gestión del cambio en los gobiernos para la implementación de iniciativas prioritarias. A nivel nacional, los modelos de gestión liderados desde el centro de los gobiernos a través de unidades de ejecución han mostrado ser instrumentos eficaces para el logro de las metas gubernamentales y cumplir con los objetivos prioritarios y los grandes proyectos.

Este modelo se está ahora ampliando a los gobiernos subnacionales, como en Colombia. Los municipios tienen un papel directo en la prestación de servicios públicos e interactúan de forma estrecha con la ciudadanía, y este tipo de innovaciones contribuyen a mejorar los servicios prestados a los ciudadanos. En un estudio reciente, mostramos como las ciudades de América Latina, por ejemplo,  Recife y Rio de Janeiro en Brasil, buscan apalancar estas innovaciones en gestión pública como un instrumento de planificación estratégica, basándose en la experiencia pionera de Nueva York. Otro caso interesante es Buenos Aires, en Argentina, donde a través del seguimiento sistemático de los compromisos de gobierno por la Unidad de Gestión del Cumplimiento se observó una disminución importante en la tasa de homicidios (43%) y siniestros viales (33%) entre 2015 y 2019.

El creciente papel de las nuevas tecnologías y el uso estratégico de datos por los gobiernos municipales puede aumentar sus capacidades de entrega, de manera más ágil e inteligente, pero también más eficiente y económica. En otro estudio de CAF -banco de desarrollo de América Latina-, analizamos el caso de 12 ciudades en el mundo, entre las cuales Boston, Seúl y Londres, en la región, Buenos Aires, Medellín, México y Recife que buscan fortalecer su gestión estratégica con el uso más intensivo de los datos para dar mejor respuesta a las expectativas crecientes de sus ciudadanos.

Por ejemplo, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires  desplegó una política de datos con varios ejes, entre los cuales la apertura de los datos públicos, la georefenciación de las compras públicas municipales, y un chatbot basado en inteligencia artificial para mejorar la atención a los ciudadanos.  Bogotá por su parte creó Ágata, su Agencia de Analítica de Datos, para aprovechar de manera más efectiva los datos de la ciudad para definir políticas públicas y proveer servicios públicos que atiendan mejor las necesidades de los usuarios. Para Felipe Guzmán, consejero digital de Bogotá, “consolidar a Bogotá como un territorio inteligente, implica contar con las capacidades requeridas para gestionar, asegurar y aprovechar los datos en la ciudad.”

Estas unidades de datos no solo buscan aprovechar los datos que las ciudades generan, pero también mejorar la capacidad de entender los problemas reales de la gente. La combinación de la inteligencia de datos con la gestión estratégica de la ciudad desde el centro de gobierno muestra resultados promisorios. Por ejemplo, en Los Ángeles, la municipalidad logró disminuir en cerca 80% el número de calles consideradas no limpias con un monitoreo sistemático de las vías a través del portal de geodatos de la ciudad. En San Francisco, los ciudadanos tienen acceso a más de 80 tableros de control reportando el desempeño municipal, y pueden seguir el cumplimiento de las metas de servicios de la ciudad.

Pero quizás lo más importante beneficio que las unidades de cumplimiento aumentadas con ciencia de datos es demostrar que invertir en innovación digital a nivel sub-nacional no solo es deseable, sino imprescindible. Aunque ya están avanzadas en las ciudades de América del Norte y Europa, América Latina aún no aprovecha al máximo los beneficios que este modelo de gestión puede traer.

La aceleración de la transformación digital de los gobiernos locales representa una oportunidad única para mejorar la calidad de vida de las personas, pero también para “reactivar las economías locales a través de emprendimientos con modelos de negocio basados en la analítica de datos,” según Fernando de Pablo, director-general de la oficina digital de Madrid. Por ejemplo, la ciudad de Córdoba en Argentina busca dinamizar sus startups govtech locales con la creación de un fondo para el fomento de la innovación y la economía de los datos, desde el laboratorio de la ciudad, Corlab.  

La política de datos y el uso ético de la inteligencia artificial son desafíos centrales para las ciudades del futuro. Eso alimenta la necesidad de foros de diálogo multilateral para compartir experiencias, retos y oportunidades, como existe entre las ciudades de Estados Unidos, impulsado por la universidad de Harvard Data-Smart City Solutions, y la red de What Work Cities de Bloomberg Philanthropies. A nivel global, iniciativas como el G20 Smart Cities Alliance del Foro Económico Mundial buscan apoyar estrategias de datos replicables a escala y en la diseminación de buenas prácticas a través de modelos de ‘ciudades líderes’ y redes regionales de ciudades inteligentes.

La cercanía con los ciudadanos hace del municipio el espacio idóneo para empezar a hacer uso de los datos para rescatar la confianza en los gobiernos, erosionada en los últimos años tras el incremento de las expectativas de los ciudadanos y las recientes crisis. Para André Tomiato, coordinador de transformación digital de São Paulo, “los gobiernos se vuelven más digitales en respuesta a la necesidad de los ciudadanos y en la medida en que logran hacer uso de datos de forma ampliada y estratégica.” Por esa razón, las ciudades son esenciales para reconstruir el pacto entre la ciudadanía y las instituciones para la recuperación.

¿Has leído el primer blog de la serie? Profundiza en la transformación digital y las start-ups de govtech como aliados en este desafío.

Este blog fue publicado por primera vez por la OCDE. Una versión de este blog es publicó primero en inglés en bettergovs.org

Foto de Andrew Wulf en Unsplash